viernes, 10 de julio de 2015

Mas que creer en un sueño, saber encontrar la ruta...

He caminado por brechas que parecen no tener un estructura de como llegar a un final.  He dado pasos tan gigantes,  pero los cortos retrocesos han pegado donde más duele.  He trotado por brechas llenas de espinas,  con furia con valentía extrema y en un sollozo furtivo,  resbalado en la más amplia calle con todo a la mano,  suponiendo que llegue al final.  Creer que tener un sueño y hacerlo realidad es pan comido porque hoy te subiste a un 747, pero mañana no tienes ni un pan duro que comer,  Tan facial es soñar y verse en las mieles del triunfo,  pero debes saber primero:  ser un buen perdedor. Dar ese salto de valor,  no supone que te acobardes y te sientes a llorar en el borde de la ruta.  Pasará en muchas ocasiones por la simple idea de suponer que el soñar no tiene evolución o cambios.  Sentir hoy,  no será lo mismo que mañana ni tampoco que el siguiente día.  Te das cuenta que maduras en unas cosas y en otras,  ni siquiera estas cerca.  Querer escribir un poema no es igual a solo pensarlo y tener volando la idea sin llegar a transcribirla jamás.  Tan simple como eso,  tan brillante pero tan caduco,  inspirador como creer que puedes cambiar a los demás y los sistemas,  cuando ni por un par de segundos puedes cambiar tu propio andar.  Así es como los talentos se encuentran perdidos en la triste realidad de creerse que son algo y no son nada,  de creer que lo saben todo y no entienden ni la sombra que les sigue en cada día lleno de sol.  Es de empezar a caminar,  sin miedos,  sin complejos.  De escupir ese poema,  de soñar con los ojos cerrados para inspirarte para luego abrirlos  soñar despierto.  Para que hoy derrames esa lágrima ahora,  que puedes,  porque mañana no sabemos si la vida  nos rada el chance de sentir el calor del sol en la cara.  De tomar el bolígrafo y escribir eso que te ahoga,  que te ha debilitado siempre,  que ese paradigma sea cortado de tajo.  Que el sistema sea cortado de raíz y cumplamos nuestras metas,  un día por vez,  a sudor y lágrimas,  hasta que los huesos de la espalda empiecen a crujir y los objetivos sean alcanzados,  para ser dignos hijos,  hermanos,  esposos  y padres.  Para que nuestros pies sean dignos de caminar por la patria que nos vio nacer,  para que Dios alce sus ojos y vea que nuestra redención sea por la razón adecuada y no ser simples marionetas del sistema.

Los quiero....