Pase por el frente de tu casa y me dije, tocare a
su puerta y dejare un mensaje junto al barandal, un hola y tal vez te vea después....
Asome la vista y la luz de la sala brillaba
tenuemente, divisando el tenue movimiento de dos cuerpos que iban y
venían, ingenuos de mi presencia y me oculte por el temor de ser
descubierto.
Agachado, vi las flores de tu jardín sin
poder apartar de mi nariz del aroma a jazmín y a rosas que perfumaron el alrededor
y sonreí como un tonto...si un tonto enamorado.
Pero no quería irme sin decirte que la pases
bien. Yo también extrañare los saludos
que enviabas y leía al despertar de madrugada, las sonrisas tan simpáticas que escribías
por la tarde comentando que te perdías con facilidad y en especial la
forma tan graciosa como reías.
Toda esa mezcla de niña y mujer que hizo explotar
mi corazón y la irremediable manera con que derrame lágrimas al saber que
ya no podría hablarte.
Y sabes...robe una flor de tu jardín creyendo
llevarme una parte de ti. Pero sé que se marchitara como tu amor y aunque me
olvides, tu recuerdo perdurará.
Y pondré una piedra sobre mi mensaje, para
que no se vuele por el viento y sepas que pace a despedirme creyendo poder
verte por última vez; pero será solo a la distancia en la que no puedas
verme.
Por favor tómalo en tus manos y no lo rompas sin
darte cuenta que es mío.
Flor del campo que nunca se marchitará tu silueta de mi mente.
Recuerdo hermoso de una mujer que me dio tanta felicidad
sin conocerla.
Viento hermoso que lleno mis pulmones con la
brisa que se desprendió del fino tacto de los dedos cuando escribieron mi nombre.
Adiós hermosa, me voy sin la oportunidad de
alzar la mirada y deleitarme con tus ojos flor de jazmín.
Adiós a las horas más hermosas que nunca creí
conocer tras el anonimato del escenario brusco y vacío de un adiós.
Adiós para siempre. Solo quiero que sepas
que la herida de mi corazón sanará y que tu recuerdo quedara marcado con una
cicatriz que perdurará hasta que mi vida se apague.
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